martes, diciembre 18, 2012

Análisis La Vanguardia (5): día 29

Autora: Eider Burgos

A partir del 29 de enero el foco de atención cambia radicalmente de dirección y se sitúa esta vez en el asesinato de dos policías y un guardia civil. En vistas de la situación de alarma del país el Gobierno decide suspender los artículos 15 y 18 del Fuero de los Españoles durante un mes «sobre los que recaiga la sospecha fundada de colaborar a la realización o preparación de actos terroristas». Según se publica en la primera página de la sección de noticias nacionales, el primero dictamina que «nadie podrá entrar en el domicilio de un español ni efectuar registros en él sin su consentimiento, a no ser con mandato de la autoridad competente y en los casos y las forma que establezcan las leyes»; y el segundo que  «ningún español podrá ser detenido sino en los casos y en la forma qué prescriben las leyes. En el plazo de setenta y dos horas, todo detenido será puesto en libertad o entregado a la autoridad Judicial». El titular en sí no nos cuenta que se van a suspender dos artículos que protegen la intimidad y la libertad del ciudadano; al contrario, reza en un enorme titular: «Medidas especiales contra los sospechosos de terrorismo».

El gobierno de Suárez suspende los artículos 15 y 18
de los Fueros de los Españoles.

Durante este día la mayoría de las informaciones que contiene el periódico relacionadas con el crimen de Atocha son reacciones y declaraciones en contra de la violencia como obstáculo en el camino a la democracia. Los únicos datos nuevos informativos en oposición a la opinión o las declaraciones de apoyo que se aportan es el estado de los hospitalizados -sólo uno de cuatro se encuentra fuera de peligro- y el cierre de los locales sindicales más temprano de lo habitual, custodiados todavía por «la Fuerza Pública». Ambos apartados apenas ocupan unas veinte y diez líneas respectivamente, y no están bien destacadas dentro del diseño de la propia página. La Vanguardia da preferencia, como en días anteriores, a las declaraciones que llaman a la unión y a la tranquilidad del pueblo, al buen hacer del Gobierno y a la tajante condena de los atentados. Esta vez son Washington, el Colegio de Abogados de Barcelona y Socías Humber, abogado y político, los que se pronuncian al respecto. La diferencia esta vez es que, cada vez más, en estas declaraciones se empieza a dejar de lado el recuerdo de los abogados para dar paso al lamento por la muerte de los dos policías y del guardia civil. De hecho, el Colegio de Abogados de Barcelona, que había organizado un funeral por los cinco abogados fallecidos, aprovecha el acto para dedicárselo también a los hombres muertos el día anterior.

Páginas 8 y 16 con las dos informaciones sobre los abogados y los sindicatos.

Las noticias vuelan, literalmente y en muchos aspectos. Lo que hoy es noticia mañana no lo será si queda a la sombra de otra de igual calibre pero más reciente. Y esto se deja notar de manera clara en el 29 de enero. Los lectores ya no quieren saber más de los abogados; ya han sido enterrados y parece que poco importa si se ha capturado o no a sus asesinos y si se sabe siquiera algo de ellos. Ahora importan las nuevas muertes de las Fuerzas del Orden, de cuyos verdugos inmediatamente se comienza su búsqueda. Ya en la primera página del periódico vemos cómo el redactor elucubra sobre cuántos y quiénes eran, y qué motivos les movían. De la matanza de Atocha, por el contrario, la única referencia que tenemos de sus autores es la llamada que se recibe al día siguiente de cometer el acto.

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